¿Cuál es el límite entre amistad y complicidad?
Uno de sus “amigos” se consiguió un dispositivo de Video Juego Portátil en el baño, y les dijo que se lo iba a quedar. (Total, si no tiene dueño, habrá pensado). Otro amigo le pidió el aparato y le pidió el cartucho con el juego, que a él le gustaba y no lo tenía. A todas estas, mi hijo estaba de “inocente” espectador.
Al rato llega un niño de un grado menor, buscando su aparato de Video Juego, que había dejado olvidado en el baño, y les preguntó a los tres si lo habían visto…
Demás está decir que ninguno sabía nada.
El niño fue a la Coordinación Docente a participar la pérdida de su aparato. A la final, uno de los docentes que se enteró de la pérdida vio a tres angelitos con caras de “yo no fui”, y aplicando técnicas sutiles (espero que así haya sido) de interrogación, logró desentrañar el misterio.
Por supuesto que mi hijo insistió que él no había hecho nada. Y tiene razón. No hizo nada.
A veces nuestro delito puede no ser de acción, sino de omisión.
Si tenemos amigos, y amigos de verdad, debemos ser capaces de decirles lo que es bueno y lo que es malo. A veces tenemos que decirles a nuestros amigos lo que ellos no quieren escuchar. A veces tenemos que hacer entrar en razón a nuestros amigos.
Qué bueno es no hacer nada. No siento culpa porque no hice nada. Pero a veces, no hacer nada es malo.
No se debe confundir entre amistad y complicidad. No se debe confundir entre amistad y alcahuetería.
Y por otro lado no se debe confundir el decir las cosas de acuerdo a nuestros valores y creencias, y el ser mojigato. No confundir entre decir las cosas y ser un soplón.
Nuestra sociedad actual vive con una carencia bárbara de valores. Y esos valores no se enseñan en el kinder, en el colegio o en la universidad. Esos valores se enseñan en el hogar.
Enseñemos entonces valores a nuestros hijos, que esa será la mejor herencia que les podremos dejar…
★GraCiaS PoR SeR uNa Es TreLLa De LuZ eN Mi ViDa★
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