LOS ZAPATOS REVELAN TU PERSONALIDAD.


Lo admitimos: los zapatos nos apasionan. Sí, son ese complemento imprescindible e infaltable que todas adoramos ver en nuestro guardarropas. Pero hay más. Según un estudio de la Universidad de Kansas –que fue publicado en el Journal of Research in Personality- el 90% de la personalidad se revela en lo que cada uno lleva en sus pies.
“La gente tiende a prestar atención a sus zapatos y a los del resto. Hay gran variedad de estilos, marcas y funciones. Debido a esta variedad, ellos contienen información de las diferencias individuales. ¿Realmente es así? Nosotros pensamos que sí”, afirman al presentar la investigación.
El equipo de psicólogos, liderados por el doctor Omri Gillath, siguió una premisa: los zapatos tienen un  propósito práctico, pero también dan señales no verbales, mensajes simbólicos. Eso es lo que se dedicaron a analizar y la primera conclusión ya sorprende. ¡Cuidado! Según ellos, gracias al calzado que llevamos puesto, quien nos ve (aunque no nos conozca) puede adivinar el 90% de las características de nuestra personalidad.
¿Cenicienta o chica mala?
Para realizar la investigación, los profesionales hicieron que 63 estudiantes analizaran imágenes de los zapatos de 208 personas que, previamente, habían completado una ficha con datos particulares. A los observadores se les solicitó que indicaran la edad, el sexo, la clase social y distintas características de la personalidad de los dueños de cada par. Las coincidencias alcanzaron porcentajes muy altos.
Además, se llegó a otras conclusiones. Hay cosas obvias: los zapatos más costosos pertenecen a quienes ganan salarios más altos; los que brillan, a personas muy prolijas; los llamativos, a aquellas que adoran ser el centro de atención.
Sin embargo, hay algunos resultados más sorprendentes. Por ejemplo, las personalidades agresivas se inclinan por utilizar botines; las personas agradables prefieren el calzado cómodo y funcional; y quienes se caracterizan por su tranquilidad, se destacan por llevar zapatos ultra chic y bonitos… ¡Pero incómodos!

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