Para ti fui sólo un capítulo, pero para mí fuiste el libro entero.

Sigues siendo uno de los personajes de mi historia.

Recuerdo a la perfección el día que me dijiste que querías irte para siempre. Al principio no comprendí lo que decías, casi como si de pronto hablaras un idioma que no lograba entender. Los verbos y los sustantivos no tenían significado alguno, al menos al principio. Luego vino esa etapa en la que me negué a reflexionar al respecto, no quería comprender lo que decías. Pensé que la mejor solución sería ignorar lo obvio, pero como ves, nada puede detener lo inevitable.

Nunca había amado con esa intensidad y estaba convencida de que lo nuestro sería eterno. Contigo me había transformado en esa persona que siempre había querido ser, en esa mujer que no le tenía miedo a nada y que estaba dispuesto a todo. Las primeras semanas me negué a salir de mi cama. Era como si la historia que había estado construyendo cuidadosamente durante años hubiese sido tirada a la basura sin mayores contemplaciones.

Cada gesto, cada palabra y cada mirada que me habías dado habían sido cuidadosamente guardadas y trasformadas en letras, letras que había usado para tejer y unir la compleja historia de nuestra existencia juntos, de nuestra eternidad, de nuestro amor para siempre.
Cuando te pregunté el porqué de tu decisión no te atreviste a decir la verdad, lo sé ahora y también lo supe en ese momento porque era capaz de leer tus gestos y la forma en la que tus manos se movían incluso con los ojos cerrados. Dijiste que sentías un peso fantasma sobre los hombros, que ya no podías más con nada, que necesitabas cambiar de aire, escapar. “Escapemos entonces,” recuerdo haberte dicho, aunque sabía que te negarías.

No pensé que sería tan sencillo para ti olvidarme. Pronto comenzaste a tejer y escribir nuevas historias. Lo sabía porque a lo lejos te veía nunca soltar tu pequeña libreta y sonreírle a personas que no conocía. Supongo que te parece egoísta que reclame parte de tu vida como si fuese mía, pero debes comprender que el amor que tuvimos y todo lo que construimos fue parte integral de mí por mucho tiempo.

Sigues siendo uno de los personajes de mi historia, aunque si soy honesta, tus apariciones son cada vez menos frecuentes dentro de la narrativa de mi vida. Ya no apareces en cada escena o en cada sueño o en cada momento en el que héroe hace su entrada triunfal para salvar a la señorita en problemas. Creo que es lo mejor para los dos, incluso si tú estás construyendo una vida que poco tiene que ver con lo que tuvimos.

Fuiste demasiado, fuiste mucho y agradezco la posibilidad de haber cruzado mi camino con el tuyo, incluso si pronto decidiste cambiar tu rumbo. No pretendo que vuelvas a mí y no tengo nada que reclamar en este punto de nuestras vidas, pero si de vez en cuando me recuerdas, espero que lo hagas incluyéndome en tus historias de la misma forma en la que lo he hecho contigo.

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